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ClubsACT quiere probar un software de reconocimiento facial para proteger a los consumidores

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ClubsACT quiere probar un software de reconocimiento facial para proteger a los consumidores

La protección de los consumidores en el sector de los juegos de azar suele plantear dilemas morales y debates vehementes entre los halcones y las palomas del sector. Sin embargo, la innovación está destinada a desempeñar un papel en la forma en que la industria regula y protege a sus clientes. Ahora, una ambiciosa propuesta de ClubsACT quiere que varios clubes de Canberra prueben un sistema de reconocimiento facial que utilizará el software pertinente para determinar si los jugadores forman parte de algún programa de autoexclusión.

No hay distopía, sólo ayuda a los que la necesitan

Este sistema enviará alertas al personal en tiempo real y ayudará a los establecimientos a alejar a los consumidores vulnerables y de riesgo de los productos de juego o a ayudarles a buscar ayuda de los especialistas pertinentes. Naturalmente, esta sugerencia tiene un aire distópico. El Estado que todo lo ve suele ser el protagonista en estos casos y se lanzan símiles de Gran Hermano mientras se descuida el tema en cuestión: la gente sufre por culpa de un sistema de juego que aún no es capaz de restringir a los jugadores autoexcluidos.

Sin embargo, el ensayo de Canberra puede conducir a un modelo que facilite a los locales la protección de sus clientes. COMS Systems, la empresa que desarrolla la tecnología, afirma que su software ya está implantado en más de 170 locales de Nueva Zelanda, por ejemplo. También se han realizado con éxito pruebas piloto en el sur de Australia.

Por su parte, el director general de ClubsACT Craig Shannon ha tratado de mitigar los temores de un Estado autoritario -o de corporaciones malvadas- y ha argumentado que la tecnología no tiene nada que ver con los malos actores del sector y que se utilizará íntegramente para proteger a los consumidores. En declaraciones a ABC, Shannon explicó:

El sistema se basa en la idea de que un individuo que decide autoexcluirse de un club, que ya forma parte del régimen de autoexclusión, sería fotografiado si entrara sólo en una zona de juego.

Director General de ClubsACT Craig Shannon

Los datos biométricos están claros (casi)

El hueso de la polémica tiene que ver, sin duda, con el derecho de las empresas privadas a recoger grandes cantidades de datos sobre los consumidores, potencialmente con un grave problema de juego. ¿Quién no dice que esos datos no acabarán también en manos de malos actores, sin tener en cuenta la indignación pública que se producirá?

El fiscal general, Shane Rattenbury, plantea estas preocupaciones, pero en la actualidad el Territorio de la Capital Australiana no tiene ninguna ley que impida el uso de datos biométricos. Esto podría ser una llamada de atención para adaptar y trabajar en el marco regulatorio donde claramente falta y donde puede hacer algún bien. Pero el mero hecho de probar un software de reconocimiento facial no bastaría por sí mismo.

Los jugadores tendrían que estar dispuestos a acudir a esos locales. El ejemplo de cómo el Reino Unido quiere obligar a los consumidores a pasar controles obligatorios de asequibilidad ya ha irritado a los representantes del sector y, ciertamente, a algunos jugadores.

Así pues, la pregunta es cómo sería posible la implantación de esta tecnología en el sector, superando al mismo tiempo los retos y las preocupaciones en materia de regulación y seguridad, y cumpliendo la promesa de proteger a los consumidores. La respuesta es: con buenos modelos de conducta. Si la prueba piloto de ACT es un éxito, esto podría dar fuerza a otras partes interesadas del sector para actuar de forma preventiva e impulsar un cambio normativo que, por ahora, está guiado por la iniciativa propia del sector.