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Cómo hacer una desintoxicación digital sin desconectar del todo

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Cómo hacer una desintoxicación digital sin desconectar del todo

J era un joven alegre de 14 años, el mejor de la clase, que también destacaba en las actividades extraescolares. Era el ejemplo ideal de un adolescente con hábitos saludables. Sin embargo, unos meses antes de acudir a mi consulta, J empezó a bajar las notas, a pasar más tiempo en casa y a distanciarse poco a poco de su familia y sus amigos. A pesar de lo competitivo que era, se sentía agotado a la hora de estudiar y no era capaz de terminar los deberes. ¿Qué le había pasado a un chico que se consideraba un ejemplo entre sus compañeros? Se había vuelto adicto a sus dispositivos, algo que comenzó como un pasatiempo y una herramienta de estudio. Pronto los aparatos le sirvieron para todo, desde los estudios hasta los juegos y los chats en grupo con los amigos. Y le consumían por completo. Fue entonces cuando sus padres decidieron consultar a un profesional de la salud para buscar orientación médica sobre su creciente dependencia de los aparatos.

J necesitaba una intervención para realinearse con la vida más allá de la interfaz digital. Paso a paso, empezó a aprender la importancia de hacer una cosa a la vez para mejorar el enfoque y la concentración. El destete fue gradual, para que pudiera darse cuenta de la importancia de una vida equilibrada. Entonces aprendió a garantizar una combinación adecuada de actividades en el interior y en el exterior, junto con una vida social agradable.

La desintoxicación digital o la desconexión de la interfaz digital es cada vez más necesaria, ya que tanto los escolares como los adultos pasan más tiempo con los aparatos cada día que pasa. La dependencia es enorme, ya que los dispositivos y la información ayudan en el trabajo y los estudios, a la vez que ofrecen suficientes juegos y entretenimiento para desestresarse y relajarse a deshoras. Esta dependencia excesiva de la tecnología afecta a todos los aspectos de su bienestar.

En los últimos años, he visto que cada vez más personas acuden a mí para evitar las interferencias digitales. La creciente dependencia de la tecnología digital no sólo afecta a los adolescentes, sino que también puede poner patas arriba la vida de los adultos. Tomemos el ejemplo de B. Empezó a navegar por las redes sociales, por Internet, a ver programas en streaming y a jugar a juegos online después del trabajo o mientras viajaba a casa. Adicto a la lentitud, empezó a robar tiempo durante las horas de oficina para desplazarse por las numerosas aplicaciones de su página web. Entonces, B empezó a cometer errores por descuido debido al desplazamiento paralelo y a estar constantemente preocupado por perderse una notificación. El resultado: Un trabajo chapucero, un estilo de vida estático y sedentario y un bajón en las relaciones.

El aumento de la dependencia digital no sólo afecta negativamente a tu salud física y mental, sino también a tu bienestar social. Un texto o un mensaje en las redes sociales no pueden sustituir a las conversaciones y reuniones en tiempo real. Ya sea un estudiante o un profesional en activo, la necesidad de una vida equilibrada y el deseo de rendir bien en todos los ámbitos de la vida es universal. Sin embargo, este fuerte impulso de superación se ve perturbado por la excesiva implicación con la interfaz digital en nuestra rutina diaria.

Entonces, ¿cómo se puede equilibrar lo real y lo virtual? Establece franjas horarias para tus actividades exteriores -físicas y sociales- y las interiores -las relacionadas con la interfaz digital-. Así podrás equilibrar mejor tu vida. Tu vida social, los encuentros con la gente, la familia y los amigos no deben verse comprometidos porque prefieras hacer algo en el teléfono o en el ordenador. Así que asignar franjas de tiempo te ayuda a priorizar ambas cosas. Limitar tu tiempo en línea puede ser fácil si puedes dedicar tiempo a las actividades que te importan.

Puedes limitar el tiempo de pantalla de dos maneras. En primer lugar, mide tu compromiso digital en un periodo de tiempo determinado. En segundo lugar, decidid cuál es la interfaz total con la que estáis de acuerdo. Si todos elaboráis un plan de cuántas horas estáis bien y lo comparáis con el número de horas innecesarias que os desplazáis, os daréis cuenta de la diferencia. Además, empieza por lo que te funciona a ti como individuo. Así que puedes desarrollar una actividad de distracción, ya sea arte, plantas, mascotas o cualquier otra actividad en la que hayas pensado pero que nunca hayas puesto en práctica.

Y por último, pero no por ello menos importante, un reto para todos los que lean esta columna: ¿qué tal si intentas desconectarte durante cuatro horas seguidas? Es un pequeño reto para ti y tienes que demostrarte a ti mismo que puedes hacerlo. Y si no puedes, ¿no necesitas una desintoxicación digital ahora mismo?