Cuando se habla de la angustia que experimentan los pacientes con enfermedades crónicas, lo que a menudo se deja de lado es el impacto que tal condición puede tener en los cuidadores: los familiares o amigos que se mantienen como pilares de fuerza y apoyo en estos momentos difíciles. Cuidar a un ser querido con una enfermedad puede requerir que el cuidador haga cambios en sus propias rutinas personales o profesionales. Además de la preocupación que puede acompañar a estos diagnósticos, los cuidadores también pueden experimentar emociones como la ira, la frustración, la tristeza, la soledad o la culpa. Esta carga del cuidador se hace más pesada a medida que las personas descuidan su propio bienestar emocional y físico para atender la enfermedad de otro durante períodos prolongados. Sin embargo, debemos recordar que la salud y el bienestar del cuidador también son esenciales para el bienestar del paciente.
1) Sé compasivo contigo mismo – Tener sentimientos negativos, como la ira o la frustración, es una parte normal del cuidado de alguien. Esto no le convierte a uno en un mal cuidador. Acepta estos sentimientos como parte del viaje y sé compasivo contigo mismo.
2) Tómate un tiempo para hacer cosas que te gusten – Es fácil perderse en el cuidado de otro, y muchas veces uno puede sentir culpa al hacer cosas para nosotros mismos cuando un ser querido está en peligro. Sin embargo, recuerda que es importante sacar algo de tiempo para cuidar de uno mismo, para poder también dar ese cuidado a otro.
3) Cuida tu salud física – El sueño y el apetito suelen ser los primeros en verse comprometidos cuando se cuida a un paciente. Asegúrate de que comes regularmente y de forma saludable y descansas lo suficiente para prepararte para lo que te depara el día.
4) Reconozca sus esfuerzos – Hay muchas cosas que no están bajo nuestro control cuando se trata de la salud física. La condición de tu ser querido puede deteriorarse con el tiempo, a pesar de tus mejores esfuerzos. Es importante aceptar las limitaciones y establecer unas expectativas realistas sobre ti mismo. Tómese un momento para valorar los esfuerzos que está realizando y reconozca el sentido y el propósito que le aporta.
5) Pide ayuda – No siempre es posible que una persona gestione sus propios asuntos y a la vez atienda todas las necesidades de otra. Es aquí donde los amigos, la familia y la comunidad pueden ayudar. Pedir ayuda no es un signo de debilidad o derrota. Comparta abiertamente sus sentimientos y sus necesidades: tener un poco de apoyo puede ofrecerle el respiro necesario para recargarse.
6) Únase a un grupo de apoyo: es posible que las personas de su círculo más cercano no siempre puedan entender o empatizar con los retos que está experimentando. A veces, hablar con otras personas que se encuentran en una situación similar puede suponer un apoyo muy necesario. Si es posible, únete a un grupo de apoyo, que te dará la oportunidad de compartir tus experiencias, aprender de otras personas que han estado en este viaje y crear vínculos significativos para apoyarse mutuamente en estos momentos difíciles.
7) Haz una lista de tus objetivos – Divide las tareas grandes en pasos más pequeños y traza una rutina diaria con tareas asignadas. Y no te comprometas con cosas que estén por encima de tu capacidad.