
El divorcio no sólo supone la pérdida de una relación, sino que también suele ir acompañado de difíciles batallas legales, incertidumbres financieras, cambios en la dinámica social y retos de custodia y coparentalidad. También se trata de la pérdida de un futuro imaginado. Se trata de uno de los acontecimientos más significativos que pueden cambiar la trayectoria de nuestras vidas, por lo que es natural experimentar tristeza, ira, incredulidad, miedo y mucho más.
1) No es tu fracaso: Lo primero que hay que recordar cuando se trata de un divorcio es que no es un «fracaso» ni un indicador de tu valor como ser humano. Hay varias razones por las que los matrimonios terminan, que pueden incluir diferencias en la compatibilidad, en las expectativas, en la comunicación o en el compromiso. Sentirse culpable, o por el contrario, culpar a la otra persona puede no ser útil a largo plazo.
2) Sé amable contigo mismo: Por eso, en un momento difícil como éste, es importante ser amable con uno mismo. Date un tiempo para hacer el duelo y luego para adaptarte. Ninguno de nosotros llega a un matrimonio esperando que termine, ni puede estar preparado para lo que ese final puede hacernos sentir. Sentir una gama de emociones intensas y arrolladoras es normal en una situación como ésta. Llorar, enfadarse o, a veces, sentir miedo no significa que no pueda afrontar lo que le espera. Lo único que necesita es poner un pie delante del otro y seguir adelante. Guarde las pertenencias, las fotografías y otras cosas que puedan recordarle a su antigua pareja: hacerlo puede ayudarle a aceptar la transición y a seguir adelante más rápidamente.
3) No temas el juicio de la sociedad: Un temor importante durante el divorcio es lo que los demás dirán de nosotros, y cómo esta experiencia moldeará nuestra identidad. No te dejes definir por las etiquetas y expectativas de la sociedad, ni te dejes atar por ningún estereotipo. Asegúrate de apoyarte en tus sistemas de apoyo: amigos cercanos y familiares que puedan estar a tu lado durante este tiempo. Evita pasar demasiado tiempo a solas al principio. No tengas miedo de pedir ayuda, ya sea emocional o práctica, cuando la necesites. En su lugar, pase tiempo de calidad con sus seres queridos, comparta sus pensamientos y sentimientos y, a veces, trate de distraerse divirtiéndose y entablando conversaciones fuera del divorcio o del futuro también. Si hay un hijo de por medio, apóyelo en el camino. Mantenga conversaciones sinceras y dedique tiempo a restablecer su sensación de seguridad.
4) Cuídate: Sobre todo, en este viaje es importante que te cuides a ti mismo, y que poco a poco te vayas recuperando. Asegúrate de que comes de forma saludable, haces ejercicio físico y duermes lo suficiente. Evita los mecanismos de afrontamiento poco saludables, como el consumo de sustancias o la alimentación reconfortante. Aprovecha este tiempo para conocerte mejor, los aspectos de ti mismo que antes no podías cultivar. Puede tratarse de una nueva actividad profesional, de cultivar un hobby o de invertir en relaciones anteriormente descuidadas. Recuerda que un matrimonio infeliz puede ser más perjudicial para nuestro bienestar que estar separados. Aunque un divorcio puede ser el final de una relación, también puede ser el comienzo de muchas cosas nuevas.
5) Desarrolla tus intereses que has ignorado: Vuelve a conectar con las cosas que te gustan y que, de alguna manera, no pudiste perseguir en tu vida matrimonial. Este tipo de actividad te ayuda a centrarte en ti misma y a aumentar la confianza en ti misma. Busca intereses y actividades que hayas realizado antes, ya que pueden devolverte la sensación de familiaridad.