Los días de trabajo pueden ser especialmente ajetreados y repletos, y requerir la máxima concentración y atención. Un estado de ánimo malo, irritable o bajo puede convertirse en un impedimento importante para mantener esa concentración en las tareas, creando interferencias en su proceso de pensamiento y quizás incluso afectando a la forma en que responde a las personas y a las situaciones. Esto puede impedirle sentir esa sensación de logro al final del día, perpetuando aún más un ciclo de negatividad, decepción, irritabilidad o enfado. Es probable que interfiera con lo que necesitas hacer en casa o en tus relaciones personales, o incluso puede afectar a la forma en que ves tu trabajo y tus propias capacidades para estar en ese espacio.
Estas situaciones justifican que encuentres formas de poder gestionar mejor y abordar rápidamente aquello que te está creando una sensación de bajón, tristeza, preocupación o inquietud. Abordar estos estados puede ser el elemento diferenciador entre tú mismo y la otra persona a la que puedes estar observando, que aparentemente es capaz de lograr y cerrar todas las tareas que se le presentan y que evidentemente no se ve obstaculizada por escenarios y comentarios negativos o difíciles que se desarrollan a su alrededor.
Las siguientes son algunas maneras útiles en las que usted puede asegurarse de que puede salir rápidamente de esa depresión que está surgiendo durante el curso de su día de trabajo:
Atrápalo rápidamente: Un aspecto clave es detectar la aparición de un estado mental lo antes posible. Toma conciencia de cuáles pueden ser para ti los primeros indicadores que se manifiestan en forma de sensaciones físicas, procesos cognitivos, experiencias emocionales o acciones y gestos conductuales.
Alejarse puede ser útil: Si hay una situación específica que es un desencadenante, alejarse es importante. La distancia física con las personas y el lugar puede crear un espacio en el que puedas desprenderte de lo que te preocupa y crear perspectiva más adelante.
Realiza una actividad breve que te calme: Ten en cuenta las actividades que suelen calmarte. Puede ser una pieza musical concreta, algo que te guste leer u ojear, un paseo rápido o ejercicios de respiración. Saber qué puede permitirte sentirte un poco relajado puede asegurarte que puedas apoyarte inmediatamente en ello para buscar ese apoyo dentro de ti mismo.
Hazte algunas preguntas: A veces una distracción por sí sola puede no funcionar y puede que necesites darte un recordatorio rápido haciéndote las preguntas adecuadas. Plantea preguntas como «¿Es esto realmente tan importante?», «¿Hasta qué punto puede cambiar realmente la trayectoria de mi vida?», «¿Es esto realmente lo peor que puede pasar que es lo que mi mente está haciendo que sea?».
Date refuerzos positivos: Recuérdate a ti mismo en esos momentos las cosas que has conseguido y lo bueno que te ha llegado todo el tiempo. Aferrarte a estos resultados positivos te permitirá construir una perspectiva más equilibrada.
Una charla rápida puede ayudarte: Establecer buenas relaciones en el trabajo. Puede ser útil tener compañeros dentro de la organización en la que trabajas a los que acudir y con los que compartir tus experiencias. No sólo actúan como cajas de resonancia, sino que pueden ayudarte a diluir la situación, verla desde otro punto de vista o plantear soluciones eficaces.
Lo más importante es que lo que funciona es aferrarse a la creencia de que, sea cual sea el escenario actual, cambiará. Surgirá una situación nueva, diferente, y lo que hoy parece excepcionalmente difícil y problemático, puede que no te parezca tan perturbador en retrospectiva cuando lo veas al día siguiente.