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Por qué la chirimoya es buena para combatir la contaminación y limpiar los pulmones

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Por qué la chirimoya es buena para combatir la contaminación y limpiar los pulmones

Ahora que entramos oficialmente en la temporada de la contaminación atmosférica, hay una fruta de temporada en la que podemos confiar para mejorar nuestra salud pulmonar. Se trata de la cremosa y deliciosa chirimoya. Se cree que es rica en vitamina B6 o piridoxina, que suprime la inflamación de los bronquios que van a los pulmones. Por ello, todos los asmáticos deben tomarla durante el cambio o la temporada de polen. Ingerir la fruta es la forma más natural de limpiar los pulmones. De hecho, según la mayoría de los estudios, el árbol de la chirimoya que crece al borde de la carretera es el más resistente a la contaminación atmosférica.

Conocida también como Sitaphal o Sharifa en la India, utilizada desde hace siglos en los remedios folclóricos y en la medicina ayurvédica, los beneficios para la salud de la chirimoya están siendo probados en varios estudios de investigación. El fruto, las raíces, las hojas, la corteza y la pulpa se utilizan por sus propiedades terapéuticas.

Pero los numerosos beneficios quedan ocultos por el hecho de que la fruta es dulce y, por lo tanto, se cree que es arriesgada para los diabéticos o incluso para los que tienen problemas cardiovasculares. Pero el total de calorías de una chirimoya de 100 g es de 94 calorías. Las proteínas son de 2,1 gm, las fibras alimentarias llegan a 4,4 gms, la grasa total es de 0,0 gms y los hidratos de carbono son de 23,6 gms.

Tiene un índice glucémico moderado de 54 pero una carga glucémica de 10,2. Dados sus múltiples beneficios, funciona en los diabéticos si se mantienen las cantidades moderadas o limitadas prescritas. Las chirimoyas están dotadas de antioxidantes polifenólicos. Éstos elevan enormemente la producción de insulina y la absorción de glucosa, manteniendo así la diabetes bajo control. Los nutricionistas aconsejan consumir la fruta en pequeñas rodajas e incluirla en una comida, quizá en la avena, el yogur y los batidos, en lugar de comerla por separado. La fruta aumenta la captación muscular de la glucosa, mejorando así su utilización periférica. La presencia de 20 mg de vitamina C en 100 g de chirimoya influye en la producción de insulina y ayuda a reducir el azúcar en sangre. Además, el magnesio, el potasio y el hierro afectan indirectamente a la producción de insulina y, por tanto, controlan el azúcar en sangre. La riqueza en fibras y semillas, que hay que abrir y comer, provoca una digestión lenta, genera saciedad, reduce las ganas de picar y mantiene bajos los niveles de azúcar.

Además, la fruta se puede tomar como postre, lo que habría hecho más daño que bien.

Existe una gran variedad de chirimoyas. Algunas variedades típicas son la Annona squamosa (Sitaphal), la fruta de corazón de toro (Ramphal), la chirimoya (Lakshmanphal) y la guanábana (Hanumanphal).

Empezar con la fruta

El contenido calórico de la chirimoya es el doble que el de una manzana, lo que la convierte en un excelente reponedor de energía. Aporta una gran cantidad de potasio, que ayuda a eliminar la debilidad muscular y mejora la circulación sanguínea.

Mantiene a raya la tensión arterial

La chirimoya contiene una proporción equilibrada de sodio y potasio que ayuda a regular y controlar las fluctuaciones de la presión arterial en el organismo. Una chirimoya pequeña aporta casi el 10% de la CDR (cantidad dietética recomendada) de magnesio, que relaja los músculos del corazón y reduce el riesgo de infarto.

Amigo del intestino

La chirimoya previene las úlceras, los problemas de estómago y la acidez gracias a sus propiedades antiinflamatorias. Sólo una fruta de 100 g contiene 2,5 veces más fibra que una manzana y la mitad de vitamina C que una naranja. Además, su alto contenido en magnesio ayuda a mantener un buen tránsito intestinal.

Te calma

Las chirimoyas tienen un alto contenido en antioxidantes, que protegen nuestro organismo de los efectos dañinos de los radicales libres, reducen el estrés oxidativo y previenen enfermedades como el cáncer y las cardiopatías coronarias. Investigaciones recientes sobre las hojas de la chirimoya sugieren que pueden tener propiedades antiinflamatorias, antitumorales, contra la obesidad, antioxidantes, antivirales y antimicrobianas. La fruta aporta vitaminas del complejo B. Están presentes la tiamina, la riboflavina, la niacina y la vitamina B6. Estas vitaminas del complejo B controlan los niveles químicos de las neuronas GABA (ácido gamma-aminobutírico) del cerebro, que regulan nuestras emociones, incluyendo la depresión y el estrés. Por lo tanto, la vitamina B también ayuda a calmarse. A todo el mundo le gusta esta fruta, pero puede resultar sucia y peligrosa, sobre todo para los niños pequeños, ya que comer las semillas sin querer puede provocar asfixia. Por eso es preferible utilizar un machacador para quitar las semillas.

Esta deliciosa fruta es tu mejor aliado si tienes intolerancia a la lactosa o eres vegano. Y puede ser una maravillosa alternativa vegetal a las cremas lácteas, la leche condensada, la salsa de caramelo y la crema de queso en batidos, helados, tartas de queso, así como en algunos postres indios. Una gran temporada festiva de indulgencia consciente.