México está cada vez más cerca de la realización de nuevos proyectos de casinos, como lo indican los numerosos sitios de desarrollo que ya están en marcha y los informes sobre los próximos proyectos.
Se esperan múltiples casinos
México había prohibido los casinos en 2017 y cuando esa prohibición se levantó más tarde en el año siguiente, la industria estaba mirando a la puesta al día y el crecimiento explosivo. Con las nuevas leyes se permitió un total de hasta 850 casinos en el país, de los cuales ya se han construido 206, y si se toman en cuenta las diferentes salas de tragamonedas, ese número sube al norte de 370. Eso deja más de 450 casinos por construir.
Uno de ellos ya está completamente terminado y abrirá sus puertas mañana -el 2 de septiembre de 2022- en La Chinesca, que es el barrio chino de Mexicali. La página de Facebook del Casino Chinesca ha estado publicando sobre el lanzamiento intensamente en los últimos días y su imagen de portada del perfil de Facebook enumera múltiples ofertas de trabajo – desde puestos administrativos, a través de anfitriones / azafatas y distribuidores, a los operadores de CCTV y empleados de seguridad.
Justo en torno al cambio de legislación, levantando la prohibición de los casinos, se informó ampliamente que el estado de Tamaulipas esperaba treinta casinos. Eso fue en 2018 y la estimación de treinta casinos operando dentro de los límites del estado fue totalmente perturbada por la pandemia mundial, poniendo un alto en la mayoría de los proyectos y bloqueos que afectan a los terminados. De esos treinta casinos, once están operativos en la actualidad, y se espera que al menos dos más estén en funcionamiento a finales de año, y algunos informes locales sugieren que eso también podría ser optimista.
Lo importante es que las licencias se han concedido y lo único que queda es que estos proyectos se completen y empiecen a contribuir a sus industrias locales de turismo y juego, ayudando a la recuperación de la economía.
La industria del juego en México florece a costa de la economía
La industria en su conjunto ha ido cogiendo velocidad en México, con el sector del juego frecuentando titulares de nuevas asociaciones, negocios en crecimiento y un ambiente general de cacofonía de actividad. Todo esto es indicativo de la recuperación, y esto no es un proceso recién iniciado. Ya en 2021, vimos cómo Betsson y Big Bola Casinos se asociaban para lanzar Betsson México en abril de ese año. A esto le siguió, en junio del mismo año, el lanzamiento de bet365 también en México, tras asociarse con el conglomerado local TV Azteca. A principios de julio de este año, también vimos el lanzamiento de la marca RushBet de RSI en asociación con el Grupo Multimedios de México.
Esta lista no es en absoluto exhaustiva, pero se puede afirmar que el sector se ha acelerado y es fácil ponerse las gafas de color de rosa y pensar que todo es perfecto, pero nada lo es. Con el auge de la actividad en los casinos y la recuperación de la industria a un ritmo mayor, la tensión en los sistemas subyacentes también aumentó considerablemente, abriendo las puertas a posibles problemas, corrupción y elusión de las normas, entre otras cosas.
Esta es una tendencia muy real y bien documentada, no sólo en el mundo del juego sino también en otras industrias. Ahí es donde entran en juego la regulación, las medidas preventivas y los instrumentos legales activos, pero ¿qué hacer cuando los propios organismos reguladores se convierten en parte del problema? En abril se informó de que el regulador mexicano del juego estaba potencialmente vinculado a la extorsión de los operadores de casinos, donde la historia se vio enturbiada por intereses contradictorios. Sin embargo, el dinero había cambiado de manos. Esto tampoco es un tema nuevo en México, como se puede imaginar. Big Bola es un nombre de casa muy popular, con múltiples casinos operados por la empresa. Hace tiempo que se sospecha de actividades ilegales y sus cuentas bancarias fueron (en su momento) bloqueadas indefinidamente en mayo de este año.