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¿Son los plátanos realmente «radiactivos»? Un experto aclara los malentendidos comunes sobre la radiación

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La simple mención de la palabra «radiación» suele evocar miedo en la gente. Para otros, es divertido pensar que un poco de exposición a radiación podría convertirte en el próximo superhéroe, como Hulk.

Pero, ¿es cierto que básicamente todo lo que nos rodea es radiactivo, incluso los alimentos que comemos? Puede que hayas oído plátanos son ligeramente radiactivos, pero ¿qué significa eso en realidad? Y a pesar de que no somos superhéroes, ¿los cuerpos humanos también son radiactivos? ¿Qué es la radiación?

La radiación es la energía que viaja de un punto a otro, ya sea en forma de ondas o de partículas. Todos los días estamos expuestos a la radiación procedente de diversas fuentes naturales y artificiales.

La radiación cósmica del Sol y del espacio exterior, la radiación de las rocas y sueloasí como la radiactividad en el aire que respiramos y en nuestros alimentos y agua, son todas fuentes de radiación natural.

Los plátanos son un ejemplo común de fuente de radiación natural. Contienen altos niveles de potasio, y una pequeña cantidad de éste es radiactivo. Pero no hay necesidad de renunciar a su batido de plátano – la cantidad de radiación es extremadamente pequeña, y mucho menos que la «radiación de fondo» natural a la que estamos expuestos cada día.

Las fuentes artificiales de radiación incluyen los tratamientos médicos y los rayos X, los teléfonos móviles y las líneas eléctricas. Existe la idea errónea de que las fuentes artificiales de radiación son más peligrosas que la radiación natural. Sin embargo, esto no es cierto.

No hay propiedades físicas que hagan que la radiación artificial sea diferente o más dañina que la natural. Los efectos nocivos están relacionados con la dosis, y no con la procedencia de la exposición.

Contienen altos niveles de potasio, y una pequeña cantidad de éste es radiactivo (Fuente: Pixabay)

¿Cuál es la diferencia entre radiación y radiactividad? Las palabras «radiación» y «radiactividad» suelen utilizarse indistintamente. Aunque ambas están relacionadas, no son exactamente lo mismo.

La radiactividad se refiere a un átomo inestable que sufre una desintegración radiactiva. Energía se libera en forma de radiación a medida que el átomo intenta alcanzar la estabilidad, o convertirse en no radiactivo.

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La radiactividad de un material describe la velocidad a la que decae y el proceso o procesos por los que decae. Así, la radiactividad puede considerarse como el proceso por el que los elementos y materiales intentan estabilizarse, y la radiación como la energía liberada como resultado de este proceso.

Radiaciones ionizantes y no ionizantes

Según el nivel de energía, las radiaciones pueden clasificarse en dos tipos.

Las radiaciones ionizantes tienen suficiente energía para eliminar un electrón de un átomo, lo que puede cambiar la composición química de un material. Algunos ejemplos de radiación ionizante son Rayos X y el radón (un gas radiactivo que se encuentra en las rocas y el suelo).

Las radiaciones no ionizantes tienen menos energía pero pueden excitar las moléculas y los átomos, lo que hace que vibren más rápido. Las fuentes habituales de radiación no ionizante son los teléfonos móviles, las líneas eléctricas y los rayos ultravioleta (UV) del Sol.

¿Son peligrosas todas las radiaciones? En realidad no

La radiación no siempre es peligrosa: depende del tipo, la intensidad y el tiempo de exposición.

Por regla general, cuanto más alto sea el nivel de energía de la radiación, más probable será que cause daños. Por ejemplo, sabemos que la sobreexposición a las radiaciones ionizantes -por ejemplo, del gas radón natural- puede dañar los tejidos humanos y el ADN.

También sabemos que las radiaciones no ionizantes, como los rayos UV del Sol, pueden ser perjudiciales si la persona se expone a niveles de intensidad suficientemente altos, causando efectos adversos para la salud como las quemaduras, cáncero la ceguera.

Lo más importante es que, dado que estos peligros son bien conocidos y comprendidos, se puede proteger contra ellos. Los organismos internacionales y nacionales de expertos proporcionan directrices para garantizar la seguridad y la protección radiológica de las personas y el medio ambiente.

En el caso de las radiaciones ionizantes, esto significa mantener las dosis por encima de la radiación natural de fondo tan bajas como sea razonablemente posible; por ejemplo, utilizar las imágenes médicas sólo en la parte del cuerpo que se necesita, mantener la dosis baja y conservar copias de las imágenes para evitar la repetición de los exámenes.

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No hay necesidad de renunciar a tu batido de plátano (Fuente: Getty Images/Thinkstock)

En el caso de las radiaciones no ionizantes, significa mantener la exposición por debajo de los límites de seguridad. Por ejemplo, los equipos de telecomunicaciones utilizan radiaciones no ionizantes de radiofrecuencia y deben funcionar dentro de estos límites de seguridad.

Además, en el caso de las radiaciones UV del sol, sabemos que hay que protegerse de la exposición utilizando protectores solares y ropa cuando los niveles alcanzan el 3 o más en el índice UV.

La radiación en medicina

Aunque la exposición a la radiación entraña riesgos evidentes, también es importante reconocer sus beneficios. Un ejemplo común de esto es el uso de la radiación en la medicina moderna.

El diagnóstico médico por imagen utiliza técnicas de radiación ionizante, como los rayos X y la tomografía computarizada, así como técnicas de radiación no ionizante, como los ultrasonidos y la resonancia magnética (RM).

Estos tipos de técnicas de imagen médica permiten a los médicos ver lo que ocurre en el interior del cuerpo y a menudo conducen a diagnósticos más tempranos y menos invasivos. Las imágenes médicas también pueden ayudar a descartar enfermedades graves.

La radiación también puede ayudar a tratar ciertas afecciones: puede eliminar el tejido canceroso, reducir un tumor o incluso utilizarse para reducir el dolor.

Entonces, ¿nuestro cuerpo también es radiactivo? La respuesta es sí, como todo lo que nos rodea, también somos un poco radiactivos. Pero esto no es algo que deba preocuparnos.

Nuestros cuerpos están hechos para soportar pequeñas cantidades de radiación, por eso no hay peligro en las cantidades a las que nos exponemos en nuestra vida diaria. Pero no esperes que esta radiación te convierta en un superhéroe a corto plazo, porque eso sí que es ciencia ficción.

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