En su última postura sobre las relaciones chino-estadounidenses, Xi Jinping dice estar dispuesto a cooperar con Estados Unidos en pro de la «estabilidad global». Esta declaración también puede interpretarse como una mofa que el líder de Pekín hace a su homólogo ruso Vladimir Putin.
El recién reelegido Presidente de China, Xi Jinping, anuncia que es hora de que Estados Unidos y China hablen a otro nivel.
Taiwán, un punto delicado en las relaciones chino-estadounidenses
La agencia de noticias Reuters señala que el líder de Pekín ha dicho que está dispuesto a trabajar con Estados Unidos para encontrar formas de coexistencia mutuamente beneficiosas. Así lo informó la televisión estatal CCTV, que recogió el mensaje del presidente Xi pronunciado en la gala del Comité Nacional para las Relaciones entre China y Estados Unidos.
«Como grandes potencias, China y Estados Unidos deben desarrollar su comunicación y cooperación, contribuyendo así a la estabilidad mundial», dijo Xi Jinping.
Sin embargo, antes de poder cooperar, Washington y Pekín deben encontrar una solución sobre el estatus de la isla de Taiwán. China busca la reunificación y está considerando el uso de la fuerza si es necesario, mientras que Estados Unidos ha reafirmado repetidamente su apoyo a la independencia de Taiwán. Además, Estados Unidos pretende impedir que los fabricantes de semiconductores taiwaneses (el mayor actor del mercado) vendan tecnología a las empresas chinas.
Recientemente, el miércoles 26 de octubre, el Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, declaró que Pekín rechaza el statu quo sobre la situación de Taiwán, la declaración conjunta en la que EE.UU. reconocía una única China y China acordaba que EE.UU. proporcionaría armas defensivas a Taiwán para la defensa de la isla. Además, en su más reciente declaración de prensa, Blinken dijo que Xi Jinping planea acelerar el calendario para la reunificación forzosa con la isla de Taiwán.
China considera a Taiwán parte de su territorio. En el último Congreso del Partido Comunista, Xi Jinping condenó con vehemencia la injerencia extranjera (estadounidense) en Taiwán y se comprometió a tomar el control de la isla, afirmando que el pueblo chino nunca renunciaría al derecho a utilizar la fuerza, si fuera necesario, para la reunificación.